martes, 9 de marzo de 2010

Salud mental de las mujeres y la vida cotidiana

Muchas mujeres viven en conflicto entre el deber ser y lo que pueden hacer. Es tanto lo que se espera de ellas que, con tal de “cumplir” cabalmente, dejan hasta el último lo que quieren para sí mismas. Esto tiene un fuerte impacto en su salud emocional.

En nuestro país las enfermedades mentales afectan a alrededor de 15 millones de personas mayores de 15 años. La Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica revela que de cada diez mexicanos, tres presentan algún trastorno mental en alguna etapa de su vida y, debido a que los tratamientos son muy costosos, la persona afectada no se trata. Sólo el 17% de estos enfermos reciben algún tratamiento.

En psiquiatría, las enfermedades mentales se definen como desórdenes en el cerebro que alteran la manera de pensar y de sentir de la persona afectada, al igual que su estado de ánimo y su habilidad de relacionarse e identificarse con otros. Son causadas por desórdenes químicos en el cerebro, las cuales pueden afectar a personas de cualquier edad o situación económica” (1).

La vida cotidiana ¿nos enloquece?

Si bien las enfermedades mentales afectan tanto a hombres como a mujeres y varían en sus manifestaciones y gravedad, Raquel Larson psicoanalista con estudios en subjetividad femenina y género, comenta que al hablar de la salud mental de las mujeres es útil hacerlo desde una perspectiva de género. Entender que los roles asignados a mujeres y hombres han sido construidos social e históricamente y condicionan nuestras posibilidades de expresión, así como muchas de las formas en que actuamos cotidianamente. Esta perspectiva nos permite acercarnos de otra manera al malestar de las mujeres.

Cuando hablamos de salud mental nos referimos a las condiciones mínimas necesarias para que un individuo pueda actuar y desarrollarse plenamente en las relaciones con otros y en sus propios proyectos. La salud mental de las mujeres se ve fuertemente vulnerada por los roles de género, la pobreza y las cargas excesivas de trabajo.

“El mundo de las mujeres es complicado en términos de todo lo que tenemos que hacer y de lo que se espera de nosotras. Actualmente existen muchas posibilidades de desarrollo para el sector femenino; cada vez hay más mujeres que estudian, que van a la universidad, que salen a trabajar. Sin duda las mujeres hemos ganado un espacio cada vez mayor en el ámbito público y esto ha repercutido en los ideales de ser mujer en la actualidad. Las mujeres se sienten obligadas a enfrentar nuevos retos y posibilidades sin dejar de cumplir con los roles tradicionales,” explica Larson.

“Si uno piensa las horas que una mujer dedica a cumplir con todo lo que se espera de ella: ser buena hija, buena madre, esposa, ama de casa, buena amante, además de cuidadora de los ancianos y de los enfermos, cuando se requiere, también tiene que ser trabajadora, profesionista, prepararse más; y debiera también cuidar su figura, ver por su propia salud... la lista puede ser interminable. Muchas mujeres viven en conflicto entre el deber ser y lo que se puede hacer, dejando muchas veces al último lo que desean y quieren para sí mismas. “

Los costos para la salud mental son altos: frustración, sentimientos de culpa, mucho agotamiento, tensión permanente, ansiedad, miedos y angustias. No hay tiempo para nosotras mismas, para el placer, para el auto-cuidado. Milenariamente las mujeres han dedicado su vida al cuidado de los otros, es por esto que las feministas han planteado que las mujeres enferman de vida cotidiana, de tener que cumplir con más de lo que se puede.

La economía y el impacto emocional

Otro factor que tiene que ser enmarcado en algo mucho más global es el impacto de la crisis económica y social en las mujeres. En la actualidad, más del 25% de las mujeres en nuestro país son el sostén económico de su hogar. “Muchas mujeres están haciéndose cargo económicamente de sus familias. Los altos niveles de desempleo y de pobreza extrema impactan en la nueva distribución de roles dentro de la familia y en la salud emocional de todos sus miembros,” añade la especialista.

No obstante, aún existe un recelo social hacia las mujeres que trabajan fuera de casa, pues “si los hijos tienen problemas en la escuela, están enfermos o se meten en drogas, todo es culpa de la mujer que no está en la casa cuidándolos”.

Estas circunstancias de la vida cotidiana van afectando el equilibrio emocional y ocasionando problemas crónicos de salud. En consulta psicológica o psicoanalítica se están atendiendo cada vez con mayor frecuencia ataques de pánico, de angustia o depresión por estos problemas sociales que afectan tanto a hombres como a mujeres.

“Observamos mucho enojo, mucha rabia contenida en situaciones en que las mujeres están hartas de cumplir pero no ven ninguna salida o posibilidad diferente. Y cuando las mujeres viven violencia de cualquier tipo, el impacto en su salud mental es mucho más grave“, explica.

Para lograr una adecuada salud mental, hay que cuidar de ella. Pensamos que el sentirnos agobiadas, desesperadas o en la desolación total es parte de lo que nos toca vivir a las mujeres: “es nuestra cruz”, pero esta creencia más que ayudarnos limita nuestras capacidades para buscar cambios, disfrutarnos y encontrar entornos más placenteros y satisfactorios a los que cualquier ser humano tiene derecho.

¿Qué se puede hacer?

-Busca ayuda o asesoría profesional. No pienses que tienes que salir sola o que tienes que ser fuerte y resistir.

-No te automediques. Muchas veces puedes sentirte enferma por tanta presión pero la solución no es suprimir los síntomas sino entender las causas. Aún si sufres de depresión o ansiedad es conveniente revisar tu situación de vida y buscar ayuda psico-terapéutica antes que recurrir a la medicación. Consumir antidepresivos o ansiolíticos sin supervisión médica puede ocasionarte severos daños en tu salud.

-Plática sobre lo que te pasa: cuando hay un espacio para hablar y reflexionar, descubres que a tu amiga, vecina u otras mujeres les sucede algo similar. Quizás esa no va a ser la terapia para la cura pero te ayudará a bajar la ansiedad o la angustia y a buscar otras opciones. Escucharás otras historias que posiblemente te ofrezcan posibilidades de salida.

-Acércate a tus amigas: existen muchos estudios psicológicos que señalan que las mujeres que tienen amigas tienen una mejor salud física y mental. Tener la posibilidad de ir tejiendo redes de intercambio y de apoyo es importante.

-Dedícate tiempo a ti misma: busca un espacio sólo para ti. Date un masaje, sal a caminar o visita a una amiga. Ve sembrando una semilla de salud.

¿Soy vulnerable?

La probabilidad de que la mujer sufra depresión aumenta si es casada, si tiene entre 25 y 40 años y si se dedica a labores del hogar. Otros factores son la doble jornada, ser viuda, divorciada o separada y sufrir alguna enfermedad crónica. Es menos frecuente en personas con pocas tensiones conyugales, autosuficientes económicamente y que cuentan con importantes redes sociales.

(1).- Órgano informativo del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, 2004, citado en Panorama de la salud mental en las mujeres y los hombres mexicanos. Instituto Nacional de las Mujeres, 2004.

Conoce la Clasificación Internacional de Enfermedades Mentales (CIE, ICD en inglés), promovido por la Organización Mundial de la Salud, “CIE-10”. La encontrarás en el sitio web: http://www.psicoarea.org/cie_10.htm

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