viernes, 19 de marzo de 2010

Bájale al estrés. Aprende a controlarlo



El estrés ya se ha vuelto un tema muy recurrido debido a que en algún momento hemos sido presa de él. Sin embargo, cuando no lo sabemos manejar puede convertirse de la noche a la mañana en una bomba de tiempo y ocasionarnos serios problemas de salud.

Se le llama así al estado de tensión y ansiedad producido por el desbalance entre las demandas a las que debemos hacer frente y la habilidad para responder a ellas. El estrés generalmente es displacentero y moviliza nuestros recursos para dar soluciones y recuperar así el balance emocional, físico y psicológico.

Causas

Independientemente del estrés positivo o negativo, éste se nutre de la sobre-abundancia de estímulos, que pueden ser de origen individual, grupal, laboral o físico. De esta forma, el origen del estrés puede ser detonado por circunstancias familiares, sociales, culturales, laborales, ambientales, sexuales y de la necesidad de integración o pertenencia, de adaptación y de respuesta de cada persona.

Las prisas.

Amontonamientos (de personas, de trabajo, de metas y actividades diversas).

Compromisos contrastantes: escuela, familia, trabajo, etc.

Embotellamientos de tránsito.

Ambiente laboral inadecuado.

Sobrecarga de responsabilidades.

Alteración de ritmos biológicos y de salud.

Estimulación lenta y monótona a la vida en general.

Incremento de decisiones importantes y urgentes.

Falta de progreso esperado.

Cambios forzosos en la profesión o en la vida en general.

Agotamiento emocional por pérdidas frecuentes.

Fases

Reacción de alarma: ante una amenaza o cambio inesperado el organismo recibe información y estimula el hipotálamo (en el área del cerebro); éste produce factores liberadores que producen adrenalina.

Estado de resistencia: el organismo busca un equilibrio físico, emocional o psicológico y puede responder positiva o negativamente.

Agotamiento: si el organismo no logra equilibrarse, se produce el estrés negativo.

Síntomas

Dentro de las alteraciones físicas pueden presentarse problemas en el sistema gástrico: úlceras, gastritis, descompensación hepática e intestinal.

Alteraciones en el sistema cardiovascular: del corazón y en todo el sistema circulatorio; y baja respuesta del sistema inmunológico.

Alteraciones emocionales y psicológicas: Problemas para dormir.

Sentirse agitado con frecuencia y dificultad para relajarse.

Irritabilidad y enojo ante mínimas circunstancias.

Dificultad para concentrarse.

Poco interés en actividades recreativas.

Periodos prolongados de exceso de fatiga.

Tendencia a inquietarse y preocupaciones constantes.

No saber distinguir lo urgente de lo importante.

Fumar o beber demasiado.

Incremento o uso de sedantes o relajantes para dormir.

Alteraciones en la salud sin motivo aparente o real.

Tipos de estrés

Estrés positivo (Eustres)

Se le llama así a la sensación de plenitud y control que experimentamos cuando salimos adelante. Así, el estrés positivo se refiere a la forma de responder armónicamente de cada persona, respetando fisiológica y psicológicamente la energía de reacción ante los detonadores de estrés.

Estrés negativo (Distress)

Cuando la situación excede nuestros recursos, se produce un estado angustioso de zozobra, agotamiento y aflicción; es decir, el organismo no responde en forma suficiente a los estresares o responde en forma exagerada, ya sea en el plano biológico, físico o psicológico, no pudiendo consumir o canalizar el exceso de energía desarrollada.

Aprende a manejar el estrés

Primero hay que reconocerlo e identificarlo a través de sus signos y síntomas.

Aprender a relajarse y practicar habitualmente ejercicios de relajamiento.

Revisar la autoestima y niveles de tolerancia.

Cambiar actitudes de asertividad.

Cada uno de nosotros debemos identificar lo que nos produce estrés.

¿Qué puedo hacer?

Escribe los motivos que creas que te producen estrés (qué te preocupa, qué te molesta).

Define prioridades (qué es urgente hacer y qué es importante hacer, pero no urge).

Desacelera actividades (trabajo, familia, responsabilidades en general).

Delega responsabilidades o funciones en todas las áreas que te sean posibles.

Analiza las ventajas de cada situación (para qué te servirá hacerlo y qué perderás si no lo haces).

Ve diferentes alternativas y opciones para llegar al mismo resultado.

Realiza actividades físicas adecuadas a tu edad y peso, que no te sean complicadas.

Cambia tu alimentación (con menos conservadores y químicos).

Controla las adicciones y disminuye el consumo de tabaco, alcohol, sedantes o relajantes (éstos sólo son salidas temporales a tu estrés).

Reorganiza tus tiempos y horarios posponiendo lo no urgente.

Ve lo que puedes hacer hoy.

Cómo reducir el estrés

Diseña una rutina o secuencia de actividades para ir resolviendo en forma inmediata la cantidad de pendientes que tienes que realizar.

Oblígate a tomar un descanso cada determinado número de horas.

Posterga cambios en tu medio ambiente (hasta que te sientas más relajada o tranquila). No tomes decisiones en momentos de estrés.

Reduce el número de horas de trabajo, de escuela o de alguna actividad que te esté manteniendo en estado de estrés.

Así como cada persona enfrenta de diferente manera sus dificultades y retos, también, cada uno de nosotros, tenemos un nivel de tolerancia al estrés. Esto es, que la misma situación que para una persona significa un reto que la estimula, para otra es una amenaza y un peso que la aplasta, agobia y estresa.

Si la causa del estrés es única, por ejemplo, la pérdida de empleo o un divorcio, enfrenta la situación de forma positiva. Comparte tus sentimientos con tus amigas. No te asignes más responsabilidades hasta acostumbrarte a la nueva situación.

Frente a los cuadros de estrés causados por factores negativos, es frecuente que éste se acompañe de un proceso depresivo que deberá ser atendido simultáneamente por un médico.

El estrés disminuye nuestra capacidad de disfrutar la vida, aprende a controlarlo.

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